Como todos los días desde las últimas dos semanas Ernesto Segovia se despierta a las 6:45hrs para prepararse para su trabajo en la oficina. Al despertar nota que el lado izquierdo de la cama de dos plazas está desecho y la almohada aún huele a su novia. Se dirige al baño para afeitarse yducharse, como siempre, encuentra el pijama de su novia tirado en la silla al lado de la puerta del baño, decide no ordenarlo, pues es una mala costumbre que ella misma debe arreglar.
Luego de afeitarse y ducharse se dirige nuevamente asu habitación, donde nuevamente encuentra el desorden de su novia, un par deprendas tiradas por el piso, probablemente dejadas luego de que ella pensara que esa blusa no combinaba con la chaqueta o que esos pantalones azules le hacían ver pasada de peso. Ya vestido con su traje de oficina, se dirige a la cocina donde hay una taza de café a medio tomar y el plato del perro vacío “Por dios, esta mujer es tan despreocupada, meses insistiendo con el perrito no es capaz de darle de comer antes de salir”, piensa.
Ya alimentado el canino y él mismo, cierra la puerta con llave y emplaza su caminar al paradero, para llegara su trabajo en la compañía de decenas de personas con caras tan alegres como la de cualquier persona que no pude dormir las horas que desea ni vivir en donde desea por sus variadas responsabilidades o las pasadas malas elecciones que los llevan a su cotidiana vida.
En el tren del metro divisa una pareja de jóvenes, no superan los 21 años de edad, probablemente son universitarios pues se nota peso en sus bolsos y ojeras que le recuerdan a él mismo y su novia hace unos años atrás, la escena hace que su rostro rompa su seria tonada para esbozar una tenue sonrisa. A su lado se encuentra una mujer que le supera por dos o tres años de edad, pero que tiene en sus brazos a una pequeña de sólo meses, tiernas imágenes se proyectan en su mente de él mismo y su novia cuidando a un pequeño propio, imagen interrumpida por el recuerdo del plato vacío del perro y el desorden de la habitación “no creo que estemos preparados aún” piensa, descansando los músculos de la cara y desapareciendo en el acto su débil sonrisa. Ya son las 8:55 cuando Ernesto llega a su trabajo, no conoce a mucha gente, por lo que el saludo es general y distante, sin muchas respuestas,excepto por Sonia, la recepcionista, que le saluda con una iluminada sonrisa. “¿Cómo puede sonreír un día Lunes a las 9 de la mañana?” se pregunta, luego recuerda que es su trabajo y es la misma sonrisa tanto para el Gerente como para el sujeto que entrega la correspondencia.
Siendo las 13:30hrs Ernesto puede disfrutar de dos horas libres para almorzar y descansar, llama a su novia a ver si pueden reunirse pero ella no responde el llamado “Esta mujer, siempre tan ocupada” piensa, mientras sus planes de ir acomer en compañía se desvanecen. El día no le acompaña mucho, pues el cielo es grisáceo y el aire está frio. Se dirige al lugar que ha frecuentado durante la semana, pues no tiene ánimos de buscar un nuevo lugar. Allí se encuentra con Fernando y Alejandra, compañeros de trabajo, quienes pretenden estar muy ocupados conversando como para notar que Ernesto entró al lugar. Ordena lo de siempre y luego de ver el noticiario mientras come, paga su cuenta y se dirige a las tiendas cercanas para hacer algo de tiempo. Intenta llamar nuevamente a su novia, pero ésta no le responde.
Luego de perder el tiempo perdido en su celular, es la hora de volver al trabajo, donde se pasa el día pensando en qué hacer hoy en la noche, tal vez ver una película en la cama, tal vez salir a comer o ir al cine… aunque en el cine no hay nada interesante que ver, tal vez sea mejor idea salir a tomar algo, pero mañana hay que trabajar y tal vez no sea buena idea… ¿qué tal si prepara una comida especial hoy? No, él es un fiasco en la cocina y el intento quedaría opacado ante el trabajo de limpiar. Suena en su Rolex de imitación, regalo por su tercer aniversario, la alarma indicando que ya puede volver a tomar el trenjunto con decenas de personas para llegar nuevamente a su hogar. En el camino vuelve a ver a los dos jóvenes, esta vez muy ocupados revisando documentos para notarse felices, aunque tal vez no sean los mismos jóvenes pero para Ernesto eso no importa, le trae de igual forma el recuerdo de él y su novia en la Universidad. A su lado no se encuentra la mujer y el bebé, en su lugar hay un par de niños jugando en sus consolas portátiles, conversando sobre las nuevas y fascinantes opciones del juego.
Ernesto llega finalmente a la puerta del edificio, donde saluda amablemente al portero quién está demasiado ocupado viendo la televisión como para responderle el saludo, luego toma el ascensor junto con una corredora de propiedades ofreciéndole presuntuosas ofertas y supra-valorando las cualidades del departamento a un sujeto con cara de perdido, probablemente sea nuevo en la ciudad, piensa Ernesto.
Ya siendo casi las 20:00hrs por fin llega a su hogar, en lo único que Ernesto puede pensar es en conversar con su novia, hace semanas que por horarios no pueden encontrarse, pues su trabajo no le permite mucho tiempo y le deja con energía para hacer algo. Al abrir la puerta aparece la pequeña mascota, pidiendo comida con breves y agudos ladridos, por lo que Ernestodescifra que su novia aún no llega a la casa. Alimenta al perro y, de paso, se alimenta a sí mismo. Se cambia de ropapor algo más cómodo y se sienta en el sofá a observar la televisión, han pasado dos horas y aún no llega su novia, la llama y ella no responde. Ernesto nunca ha sido un hombre celoso, pues ella nunca le ha dado motivos para desconfiar,por lo que piensa que seguramente salió a relajarse junto con sus nuevos colegas. Se pierde en la televisión y se duerme.
En sus sueños Ernesto está con su novia, frente al altar(aunque Ernesto no es un hombre religioso, la idea de casarse en un altar le emociona) y a sus espaldas las familias y amigos de la feliz pareja. El sueño es interrumpido por el despertador, a las 6:45hrs, y Ernesto está en la cama, ya su lado izquierdo la cama está desecha nuevamente y su aroma permanece en la almohada, realiza su rutina matutina y todo es como todos los días, el pijam aen la silla al lado del baño, la ropa en el costado del ropero, la taza de café medio tomar en la cocina. Se despide del portero y sale del edificio para comenzar un nuevo día de observar jóvenes parejas que le recuerdan los buenos y viejos momentos junto a su novia cuando estaban en la universidad, de ver bebés y pensar en uno propio, de fallidos intentos para almorzar juntos.
¿Cuándo será el día en que Ernesto acepte la muerte de su novia en aquel trágico accidente?